Yo he estado muy ocupada disfrutando del glamor y emoción de la ciudad de Barcelona, pero esta fin de semana pasada, decidí que yo necesitaba descansar de las muchedumbres, el ruido y las discotecas. Por eso, yo y cuatro otras chicas hicimos nuestras mochilas, montamos en un autobús y nos marchamos de Barcelona por una viaje a Pamplona donde empezaríamos una caminata de una tradición antigua. Primero, un poco historia: En España, como en toda Europa, es imposible a contemplar la historia de una costumbre sin tener en cuenta la presencia de religion. El origin de la peregrinación a la Basilica de Santiago de Compostela, ubicado en Galicia, data de los primeros siglos de cristianismo, y según a algunas leyendas, antes. El Santo Santiago, un discípulo de Jesús, se mató para el Rey Agrippa I, y por consiguiente, él llegó a ser un martir. Lo que empezó como una viaje a rendir homenaje a Santiago en el siglo ocho es hoy en día una caminata de fe, deporte o espiritualidad que miles de personas hacen cada año. Ahora, las fotos bonitas (y después del tercero día, algunas feas-peregrinos no les duchan!)

Son las 5:30 en la manana, acabamos llegar en Pamplona, y nos damos cuenta que no tenemos ni idea de donde esta el punto de partida!

Finalmente, dos horas más tarde, mientras salir el sol, empezamos a caminar 
Es muy fácil a seguir el camino porque casi cada doscientos o trescientos metres hay señales que indican la ruta

Las colinas afuera de Pamplona que nosotros caminaríamos pronto…


Me gustaba a mirar el cambio en el paisaje, porque yo sentía que yo había viajado muy lejos, aunque caminabamos solamente cerca de 25 kilometres cada día


Un descanso (había muchos!)

Una vista de arriba de las montañas

Alguno yoga a relacionar a la naturaleza (jejeje!)

Me encantaba la tranquilidad de caminar por los campos, pero mi parte favorita fue entrar en pueblos pequeñitos


Navarra es una región de los campos de vino, así había muchos viñedos 

Nuestra Señora de Eunate, una iglesia cerca del pueblo de Muruzábal 
El pueblo de Obanos, muy rural

La Primera noche, quedamos en Puente la Reina, llamado por el puente que se construyó en el siglo once para la Reina Urraca




El segundo día (sí, estamos llevando las mismas ropas!) 

Entrando el último destinación, el pueblo de Estella


Cuando el viaje llegó a su fin, estuve triste a irme, sin embargo, me dí la cuenta que yo estaba emocionada a regresar a Barcelona. Yo sentía que la ciudad fue mi hogar, y yo quería, más de algo, a dormir en mi cama en el piso de María y Herman. XOXO JB